Hoy, como ayer, como desde hace siete meses
Me vengo asombrando de tu presencia encantadora.
¿Qué comenzó ésta bella casualidad de la historia?
¿Qué divinidad permitió a tu voz y a mi silencio
Darse un espacio de ilusión en un rincón de la memoria?
Y no hubo más palabras para alimentar al mágico poeta
Que te conoció en el hambre y la miseria y que enriqueció,
Repentinamente cuando tu voz le lanzaba rútilas monedas
De amor, de pasión y de esperanza de amor ciertas. Y
Se murió un día junto a tu puerta esperando una respuesta.
¿Qué hiciste con el cadáver del bardo rojo, hermosa princesa?
¿Qué palabras atesoras de sus delirios y sus fiebres de pasión?
¿Cuándo has llorado de dolor por la muerte de sus flores más bellas,
Aquellas que sembró en el jardín para ti, para que siempre
Supieras que hubo un hombre que te quiso de verdad siquiera?
Ahora, quizá mañana, cuando la sonrisa y la alegría a tu rostro vuelvan.
Serénate y extiende tu cabello. Comienza de nuevo tu viaje de mágica mujer
Incierta y acude a la cita con la primavera. Allí escucha con atención la
canción más bella de la naturaleza. Recoge las semillas que a tus manos llenas
llegarán de todos los rincones de tu mundo de mujer, de princesa y de sirena.
Pero...
Nunca olvides que en tu corazón me encuentro sepultado como una estrella.