El hombre con placer sueña, ingenuo, despierto,
Con que suya puede ser la cruel e impenetrable
doncella, la que circundan miles de fértiles artificios.
Cada tarde su deseo se hace fantástica fiesta.
El día muere en crepuscular sinfonía de colores.
El hombre, desde su alcazar, contempla con ojos de fiera
Como su amada poco a poco se esfuma y se aleja, lenta.
Ya noche, en la penumbra ciega, se oyen de nuevo
Palabras, fantasmas del día, que buscan, sedientas,
reconstruir mágicamente los míticos laberintos del día.
Al sueño reparador, Las humanas voces se ausentan.
En la soledad, el hombre y su amada se encuentran. Y nace,
Como en todas las fuentes secretas, un pequeño sentimiento
De tragedia. El fruto del orgullo y de la soberbia de creer
Que somos un Atlás y nuestras espaldas piedras.
Es la hora de Deseo, que llega con su perfume de pasión.
Golpea con furia a cada uno en su esencia y vacía sus mentes
De imágenes sosas, de imágenes muertas, de tanta basura
Que otros con sus amores nos dejan.
Y sucede el milagro, la cópula secreta entre ellos se sella.
La oscuridad hace de centinela, y los amantes se entregan.
Al amanecer, cuando Aurora sube lentamente la cuesta,
Cada amante lleva en su alforja una estrella.
Con que suya puede ser la cruel e impenetrable
doncella, la que circundan miles de fértiles artificios.
Cada tarde su deseo se hace fantástica fiesta.
El día muere en crepuscular sinfonía de colores.
El hombre, desde su alcazar, contempla con ojos de fiera
Como su amada poco a poco se esfuma y se aleja, lenta.
Desde el horizonte, una nube de sombra se acerca.
Ya noche, en la penumbra ciega, se oyen de nuevo
Palabras, fantasmas del día, que buscan, sedientas,
reconstruir mágicamente los míticos laberintos del día.
Al sueño reparador, Las humanas voces se ausentan.
En la soledad, el hombre y su amada se encuentran. Y nace,
Como en todas las fuentes secretas, un pequeño sentimiento
De tragedia. El fruto del orgullo y de la soberbia de creer
Que somos un Atlás y nuestras espaldas piedras.
Es la hora de Deseo, que llega con su perfume de pasión.
Golpea con furia a cada uno en su esencia y vacía sus mentes
De imágenes sosas, de imágenes muertas, de tanta basura
Que otros con sus amores nos dejan.
Y sucede el milagro, la cópula secreta entre ellos se sella.
La oscuridad hace de centinela, y los amantes se entregan.
Al amanecer, cuando Aurora sube lentamente la cuesta,
Cada amante lleva en su alforja una estrella.
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