Para atravesar la línea del asombro.
En la consciencia colectiva del escombro
La noche es el tiempo del olvido.
El nictálope invierte espacio y tiempo.
Constante en la sombra y en el polvo.
Su memoria fabrica inútilmente el cosmos
De las cosas, de los seres, de los sentidos.
El nictálope lanza su mirada hacia la noche
Y descubre con su mirar que le miran otros ojos.
En la soledad y en el silencio se esconde para
Contemplar ese brillo, mucho más que a sus tesoros.
Si de cuando en cuando te aventuras por
El país del insomnio, mujer de luz, no temas encontrártelo.
Míralo de frente y dile con valentía a sus ojos:
Hey, cazador de tesoros. Te amo, te amo.
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